Una carta inédita de Celia Cruz

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Contrario a lo que pueda pensarse, Celia Cruz nunca rompió los vínculos humanos con la gente a quien quería —su familia, amigos y colegas— que habían permanecido en Cuba. Las circunstancias impusieron sus férreas normas y la obligaron a adoptar disímiles maneras para hacer valer su presencia afectiva. Son más conocidos los momentos muy posteriores en los que no empatizó públicamente con algunos músicos cubanos que habían surgido tras su salida de Cuba, pero todo parece indicar que Celia fue fiel a sus afectos, no importaba dónde estuvieran.

Entre ellos, de manera especial, estaban algunas compositoras,  las mujeres que crearon muchas de sus canciones. Entre sus primeras grabaciones ya están dos de ellas: la cubana Carmelina Kessell (Ocanasordi) y la boricua Myrta Silva (Para que sufran los pollos), autoras de los dos únicos temas que Celia grabara con el conjunto Gloria Matancera. Luego, con La Sonora Matancera, y la anuencia de su director Rogelio Martínez, Celia incluyó numerosas guarachas, afros, boleros y sones montunos creados por mujeres compositoras, privilegiando sus obras frente a la aplastante mayoría de compositores, y dando a conocer a varias de ellas. 

Con Melao de caña, la famosa guajira-mambo de Mercedes Pedroso, se inaugura en el repertorio de La Guarachera de Cuba el capítulo de las féminas autoras, a la que siguieron las creaciones de Elsa Angulo Macías (Silencio), Grecia Domech (Mi negro está cansao), Isabel Valdés (Mi soncito), Irma Murillo (Palmeras tropicales), Enriqueta Silva (La cumbanchera de Belén), Úrsula González (Qué voy a hacer), la venezolana Teté Cabrera (Contestación a El Marinero), Oneida Andrade (Así quiero morir y No hay nada mejor, esta última en co-autoría con José Claro Fumero), Julia Ana “July” Mendoza (Saludo a Elegguá Para tu altar).

Pero entre ellas a quien más le cantó y grabó fue a Eridania Mancebo (Matanzas, 18 de enero de 1911-La Habana, 27 de noviembre de 1993), la señora de clase media alta, que sucumbió a la pasión por la música popular cubana. Educada en el exclusivo colegio de Las Ursulinas, Eridania Claribel Mancebo y Valdés tuvo su primer acercamiento a la música dentro de su propia familia: su primera maestra de piano fue su abuela y luego, como correspondía, continuó en los mejores conservatorios de su ciudad natal Matanzas. Poco a poco la pasión por las guarachas, los boleros, los afros, fue descartando los obligados ejercicios con piezas de los grandes compositores del clasicismo mundial. Ni su matrimonio con Francisco Sabas Alomá, un exitoso comerciante, la hizo desistir. “Era la más independiente, rebelde y creativa de las tres hermanas, y pudo llevar adelante su gusto por escribir canciones, en paralelo a su condición de pequeña empresaria, pues abrió y dirigió un pequeño establecimiento de fotografía”, ha contado su sobrina y albacea, Maggie Eirea.

El catálogo autoral de Eridania Mancebo recorre las décadas de los 50 y 60 y nos dice que, como compositora, fue creativa y rupturista, abordando géneros que van desde el tango hasta el rock-pop, pasando por los que más le apasionan: las guarachas y los afros. Cantaron sus temas desde Barbarito Diez, Miguelito Cuní, Lestapier, el conjunto Flores Valdés, Bertha Pernas hasta Raúl Gómez, Leonor Zamora y Magaly Tars, entre otros. La legendaria orquesta Aragón convirtió en gran éxito su samba-cha Que tenga sabor.

Pero los mayores triunfos los saboreó Eridania al escuchar sus composiciones en la voz de Celia Cruz. Con la guaracha Un paso pa’lante, un paso pa’tras, comienza la relación creativa entre Celia y Eridania. Aunque esta guaracha no figura entre las grabaciones de estudio realizadas por Celia, se conserva un registro de un programa en Radio Progreso de 1953 y que fue recogida en el CD Celia Cruz en vivo, Radio Progreso 1953-54 (Bárbaro Record, B-226), donde, con mayor duración que las grabaciones discográficas usuales, se muestran con nitidez las cualidades de improvisación de La Guarachera de Cuba. Lo mismo ocurrió con El negro Tomás, otra guaracha de Eridania, cuyo registro radial en la voz de Celia fue llevado a disco en la misma serie por Bárbaro Records. Celia le estrenó otras canciones, aunque no llegó a grabarlas: en el programa Cascabeles Candado de CMQ, cantó por primera vez Bájate de las nubesOtro amor vendráSube Perico y Me enseñaste a querer. A dúo con Celio González y siempre con La Sonora Matancera, estrenó la guaracha No le tires.

La merenguita, guaracha también, fue el primer tema de Eridania Mancebo grabado en estudio por Celia, el 30 de enero de 1956 con arreglo de Severino Ramos. En 1959 Sueños de luna, un lamento-afro con características muy diferentes a las guarachas imaginativas de Eridania, se convierte en otro nuevo éxito en la voz de Celia. Grabado en el mes de julio e incluido en su LP Su favorita Celia CruzSueños de luna se convierte en uno de los temas que la prensa norteamericana (Daily Mirror, 25.11.1959. Celia Sings Loud and Clear) destaca al reseñar las actuaciones de Celia en su debut en el Million Dollar Theater de Los Ángeles en noviembre de ese año, cuando aún vivía en Cuba.

Eridania Mancebo se convirtió en amiga de Celia y de los músicos de La Sonora Matancera, a través de sus canciones, que ellos hicieron perdurables. En 1960, salieron de Cuba y Eridania permaneció en la Isla, donde sus canciones continuaron escuchándose en otras voces, pero no en la de Celia. Veinte años después, Sueños de luna se vuelve a grabar, ahora en la voz de Caridad Cuervo otra guarachera de personal valía, que siendo niña fue comparada con la gran cantante e impulsada por ella, y ahora retomaba  —aunque sin mencionarla— algunos temas del repertorio original de quien había sido su mentora e inspiración.

En octubre de 1990 ya Celia estaba de vuelta de los monumentales éxitos alcanzados a través de su vínculo son el movimiento salsero newyorkino y sus grabaciones con Fania Records. Su carrera sigue expandiéndose en crecimiento indetenible. Faltan 11 días para que cumpla 65 años y en vuelo hacia San Antonio, Texas, para cumplir uno de sus múltiples compromisos profesionales, escribe a Eridania Mancebo. Su exmanager Omer Pardillo recuerda que los aviones eran sitios donde ella solía poner en orden la correspondencia pendiente de contestar. Este no era el caso, pero probablemente, la cercanía de una fecha propicia para el recuento y la muerte reciente —el 28 de septiembre de 1990, solo 12 días antes— de Carlos Manuel Díaz, Caíto, el legendario cantante y maraquero de La Sonora Matancera, y su gran amigo, se volvieron motivación. Nunca estampó su nombre real en una carta, ni un cablegrama que fuera para sus familiares y amigos en Cuba. Aquí, para su amiga Eridania, fue “La Hermana de Barbarito”; antes pudo ser “La bizca”, “La Prima de Nenita” o cualquier otro apelativo que se le ocurriera.  Nunca dejó de escribirles.

La carta

En un avión rumbo a San Antonio

Amiga Eridania:

Yo sé que esta carta le va sorprender y aunque espero que nunca haya pensado que la olvidé, pues siempre le pregunto a mi hermano por usted sé que ha de extrañarle. Yo siempre estuve tentada de escribirle, pero con aquello de que las cartas demoraban o no llegaban, me desilusionaba. Hoy gracias a Dios, demoran también, pero llegan. Hace unos días, hablé con Bárbaro [su hermano] y le dije: dame otra vez la dirección de Eridania que ahora sí voy a escribirle, y aquí me tiene haciéndolo. Yo estoy muy bien, lo mismo Pedro [Knight, su esposo], Gladys mi hermana y sus hijos y esposo.  Me imagino que Bárbaro la tendrá informada de cuántas cosas bellas han sucedido en mi vida. En estos días algo triste pues siguen abandonándonos nuestros hermanos. Primero Lino [Frías, pianista de La Sonora Matancera], después Yiyo [Ángel Alfonso Furias, tumbador de LSM] y ahora Caíto. Se sabe que todos vamos por ese camino, pero no nos acostumbramos a pensar que eso tiene que ser así. De Oneida [presumiblemente, Oneida Andrade, la compositora], hace mucho que no sé. Antes hablábamos de vez en cuando y nos enviábamos tarjetas de Navidad, pero ya ni eso. Hace muchos años no sé de ella.

Bueno, Eridania, reciba ese cariño que nunca dejé de tenerle y supe lo bien que ustedes se portaron con mi Madre. Abrazo bien fuerte y hasta otra. Su amiga.

Hermana de Barbarito.”

Eridania guardó celosamente en su archivo la carta de su amiga admirada. Estampó en color rojo en el sobre la verdadera identidad de quien se la enviaba. El sobre indica un remitente desconocido y la dirección de la destinataria: el edificio de la calle Ayestarán donde Celia solía visitarla. Otras veces era la compositora quien se llegaba hasta Lawton y pasaba largas horas con Celia y su familia en la casita de la calle Terraza. La amistad se puso a prueba en los días amargos de la larga enfermedad de Ollita, la madre de Celia. En La Habana, Eridania estuvo allí, apoyando en todo lo posible, acompañando a la familia. La cantante lo supo y no lo olvidó. La amistad y la lealtad perduraron, pero Celia Cruz y Eridania Mancebo nunca pudieron volver a abrazarse.

Fuente: oncubanews.com

Publicado por Salsa es la cura

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