Ismael Rivera simplemente conocido por el apodo de Maelo, “el Sonero Mayor” y también como “el Brujo de Borinquen“, fue un cantante puertorriqueño de género salsa. De sus temas más populares se recuerda Las Caras Lindas, escrito por Tite Curet Alonso y “El Nazareno”, tema que habla de los peregrinajes que hizo desde 1975 a 1985 a la procesión del Cristo Negro de Portobelo, Panamá.
Nació el 5 octubre de 1931 en Santurce, Puerto Rico. De niño se distinguió por un apasionado interés en la música y se las pasaba improvisando con latas y palitos. A temprana edad debió abandonar sus estudios para trabajar como limpiabotas y así contribuir con el sostén del hogar. A los 16 años se inició como albañil, aunque se la pasaba cantando y tocando en los rumbones que se formaban en la Calle Calma y otros sectores del Santurce Cangrejero, en unión de su amigo y compadre Rafael Cortijo, un personaje clave en la carrera artística de Rivera, con quien compartió fama y escenarios en numerosas ocasiones.
“En casa me pasaba cantando aguinaldos y él me preguntaba mucho cuando me oía. Le gustaba tanto la música que de muchachito preparaba latitas de pintura para tocar el bongó, guayos con tenderos para hacer el güiro y hacía las maracas con potes de leche Carnation. Se pasaba con un muchacho del barrio que había nacido ciego y ése era lo que tocaba la guitarra de tres cuerditas, de ésas que vendían a peseta. Cuando hacían actividadas en el barrio, allí iba Ismael con el muchacho y cantaba. Me decía que le gustaba la música y que a eso era a lo que se iba a dedicar en la vida” (Margarita Rivera, madre de Ismael Rivera).
En 1948, Ismael Rivera se integró como bongosero al Conjunto Monterrey, dirigido por Monchito Muley. Tras cumplir con las obligaciones militares en Estados Unidos, en 1952 fue contratado como cantante de la Orquesta Panamericana de Lito Peña, con la que se dio a conocer y cosechó sus primeros éxitos: La vieja en camisa, La sazón de la abuela y especialmente El charlatán, una plena que fue muy oída a través de las emisoras de la isla.
En 1954 abandonó este grupo para unirse al Combo de Cortijo. Cobraba 32.80$ a la semana y se colocó como una de la mejores voces de Puerto Rico con sus majistrales vocalizaciones de El bombón de Elena, de Rafael Cepeda Atiles. Además de los programas radiales, Rivera y el Combo realizaban actuaciones periódicas en locales como La Taberna India, e incluso llegaron a contar con un espacio en la televisión puertorriqueña llamado El Show del Mediodía.
A finales de los años cincuenta fueron contratados para actuar en el prestigioso club neoyorquino Palladium Ballroom, donde junto a otras míticas bandas de puertorriqueños, las de Tito Puente o Tito Rodríguez entre otros, pusieron de moda los ritmos tropicales importados desde la isla: fue la época de temas tan exitosos como El negro bembón, Maquinó Landera, Tuntuneco, Quítate de la vía Perico o Saoco.
La triunfal trayectoria de Ismael Rivera se vio interrumpida en 1962, al ser detenido en el aeropuerto de San Juan por posesión de drogas. Condenado a una pena de cuatro años que cumplió en la prisión de Lexington (Kentucky), no cayó sin embargo en el olvido, ya que su compatriota Bobby Capó se encargó de recordar su figura con el tema Las Tumbas.
A su salida de prisión en 1966, se reintegró a la agrupación de Rafael Cortijo y grabó los discos ‘Bienvenido’ y ‘Con todos los hierros’ para el sello discógrafico Tico Records. “Antes de salir de prisión, Ismael me había autorizado a que firmara un acuerdo con Tico para grabar, y así fue. Entonces, un día antes de que recobrara su libertad, viajamos a Nueva York Pancho Cristal, Rafael Cortijo y yo. La fiesta de bienvenida se la hicimos en las oficinas de la disquera con las estrellas latinas de Nueva York. La noche siguiente tomamos el vuelo ‘kikiriqui’ de regreso a Puerto Rico y llegamos temprano en la mañana, y de ahí fuimos a la calle Calma, donde le esperaba un mar de gente y la celebración fue grandiosa” (Rafi Torres, amigo de Ismael Rivera).
Después formó su propio conjunto musical, Los Cachimbos, y se sumergió en el naciente movimiento salsero al que aportó dos clásicos como Dime por qué y Mi negrita me espera, sin olvidar otros géneros latinos como el bolero y la guajira.
En 1974 volvió a reunirse con Rafael Cortijo y el viejo Combo en un concierto celebrado en el Estadio Roberto Clemente de San Juan, y durante esta década se convirtió en embajador de la salsa por toda América, trabajando para el principal sello discográfico del género, Fania, y triunfando con temas como De todas maneras rosas.
Figura fundamental en el desarrollo de la música caribeña, Ismael Rivera gozó de la admiración de muchos de su colegas (Cheo Feliciano, Héctor Lavoe, Ruben Blades y, más recientemente, Gilberto Santa Rosa), que reconocieron su magisterio e influencia. En la faceta de compositor, aunque menos conocida que la de intérprete, dejó algunas piezas muy notable: Besito de Coco (tema célebre en la voz de Celia Cruz), El incomprendido, Arrecotín, arrecotán, El que no sufre no vive, Mi libertad eres tú o Sola vaya, entre otros.
Recordado por su grito de ‘Ecuajey‘, Maelo nos regaló un repertorio musical maravilloso que transita varios géneros caribeños, matizados con una linea temática diversa y que hoy son una discografía inmortal que es referencia obligada para el estudio de la música popular puertorriqueña.

Desde mediados de la década de 1980, la fama del artista comenzó a descender, luego que en 1983 se le diagnosticara cáncer en la garganta que le hizo perder la voz. “La voz se le fue apagando poco a poco. Lo cogí un día y lo senté y le dije que no se estaba oyendo como se quería oír. Le hacía miel de abeja con aceite de sábila y huevo para que expectorara, pero ya las cuerdas vocales tenían dos pólipos y se sometió a una operación” (Margarita Rivera, madre de Ismael Rivera). Ismael Rivera narró en una entrevista: “Llevo casi cinco años fuera de cantar porque me salieron pólipos en la garganta y tuve una operación. Pero, si no puedo cantar más, puedo desempeñarme en otras cosas, como ayudar a la juventud que quiere estar en la música”.
Ismael Rivera falleció como consecuencia de un infarto el 13 de mayo 1987 en Santurce, Puerto Rico, apenas tres años más tarde que su compañero Rafael Cortijo. “Fue el sonero más grande que ha habido en la música antillana, con unas condiciones vocales increíbles, un instinto para cantar y un conocimiento de la rítmica. Tenía mucha raíz, mucha crianza y después que él surgió, los demás salieron. El fue el adalid de eso, el abanderado principal” (Tite Curet Alonso, compositor puertorriqueño).
‘Ecuajey’
Fuentes: Historia de la Salsa – Primera Hora – Hiram Guadalupe Pérez














