Era Año Nuevo de 1981, Hector Lavoe tocó con su banda en Colombia, en una fiesta en casa de Pablo Escobar, el jefe del Cartel de Medellín. Le pidieron que interpretara “El cantante”.
Una vez terminada esta canción, le pidieron que lo hiciera de nuevo. Tuvo que volver a cantarla hasta diez veces seguidas. Cuando Héctor quiso dar por terminada la función, el anfitrión de la fiesta apuntó con su revólver a la cabeza de Héctor y amenazó con matarlo si la función no continuaba hasta las seis de la mañana. Los guardaespaldas del hombre levantaron de inmediato sus armas automáticas y rindieron cualquier movimiento de los músicos.
Ismael Rivera protestó, Larry Landa ( un empresario artístico ) había hecho el contrato sólo hasta las dos de la mañana, ellos estaban cansados y ya se había pasado el tiempo. Los músicos no dieron el brazo a torcer; entonces una orden los sentenció a quedarse sin documentos y a ser encerrados.

Era la madrugada del 1° de enero de 1981 y en una pequeña habitación de una finca, en las afueras de Medellín, Colombia, casi se asfixiaban los salseros más prestigiosos del mundo: Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Gilberto Colón Jr. y Vicentito Valdez, Después de un rato de estar encerrados, Lavoe descubrió una pequeña ventana por la que podía salir; lo intentó y se dio cuenta de que daba al exterior de la casa. Con esfuerzo, todos los demás pudieron escapar por la misma ventana. Rápidamente huyeron a través de los matorrales hasta una carretera, donde pararon un taxi.

El taxista, al verlos tan mal trazados no los quería llevar. Al pedirles que le muestren el dinero para pagar el viaje, ninguno tenía nada encima. Héctor le dijo al taxista si los podía llevar, que le pagaban en el hotel, qué él era Héctor Lavoe, lo que el taxista no creía. Para demostrárselo, tuvo que hacer lo que le pidió el taxista: cantar “el cantante”. Al otro día, un desconocido los visitó en el hotel con un cheque, los pasaportes, unas disculpas, y los instrumentos.
Héctor Lavoe : el cantante de los cantantes
Héctor Lavoe fue un cantante, compositor y productor musical de salsa puertorriqueño. Es considerado como el más importante cantante e intérprete en la historia de la Salsa.
La historia relatada por un taxista quien asegura que el salsero se fugó de una fiesta del mafioso Pablo Escobar
“Después de la medianoche, mientras íbamos por la transversal superior en dirección sur-norte, de El Poblado hacia Medellín. En un comienzo me costó trabajo creerla, pero luego la vida me dio pruebas más que suficientes de que era real. El taxista me dijo, señalando con un dedo un barranco, al lado de la avenida, que en medio de la noche, junto a un resalto en el pavimento, tuvo que disminuir la velocidad y se le apareció un tipo vestido de frac y descalzo”.
“El hombre saltó a la vía como si fuera un gato y se quedó parado en la mitad. Se veía que estaba asustado. Le dijo que lo llevara a un hotel. Que iba sin un dólar. Le dijo que era Héctor Lavoe. Que estaba cantando en una fiesta de mafiosos y la cosa se había puesto muy pesada. Que estuviera tranquilo, que en el hotel le pagaban la carrera. El taxista no le creyó. Sin embargo, le abrió la puerta, lo dejó subir y se quedó mirándolo por el espejo retrovisor”.
Luego, le dijo: -Qué pena, señor, pero para yo creerle ese embuste, me va a tener que cantar “Yo soy el cantante” si quiere que lo lleve al hotel. Héctor Lavoe se mostró contrariado y después se indignó: Mi pana, ¡pero si por eso fue el problema! ¡Un tipo de esos me hizo repetir como diez veces esa canción, amenazándome con una pistola! ¡Y yo me mamé y le dije a la orquesta no canto más, apaguen los equipos!”.
“El taxista insistió. Trató de explicarle que el de ellos era otro caso, qué él estaba haciéndole un favor, que lo había recogido sin saber quién era él, que había aceptado llevarlo hasta el hotel sin que le pagara la carrera y que la única manera que tenía de comprobar que él sí era Héctor Lavoe, era oyéndolo cantar esa canción”.

“Héctor Lavoe no discutió más y empezó a cantar: Yo soy el cantante / que hoy han venido a escuchar / lo mejor del repertorio a ustedes voy a brindar. / Y canto a la vida / de risas y penas / de momentos malos / y de cosas buenas. Vinieron a divertirse / y pagaron en la puerta / no hay tiempo para la tristeza /vamos, cantante, comienza”.
“El taxista dice que cuando oyó la primera estrofa se le pusieron los pelos de punta. ¡El que cantaba era el mismísimo Héctor Lavoe! ¡Nadie más podía cantar así! Lavoe, tal vez sintiéndose un poco humillado, pero contento porque el taxi por fin lo llevaba hacia el hotel, siguió cantando: Y nadie pregunta / si sufro si lloro / si tengo una pena /que hiere muy hondo. Yo soy el Cantante / porque lo mío es cantar / y el público paga / para poderme escuchar”.
“El taxista señala que esa noche, mientras llegaban al hotel Intercontinental, Lavoe cantó toda la canción, de principio a fin. Cuando él estacionó el taxi junto a la puerta principal del hotel, tal como el cantante le había prometido, uno de los managers del conjunto bajó de su habitación y le pagó la carrera. Se despidieron como un par de amigos”.